19 / mayo / 2023 Actualidad
Será el próximo domingo 21 de mayo, solemnidad de la Ascensión del Señor. “Hablar con el corazón, en la verdad y en el amor”, es el lema elegido por el Papa para esta 57° edición.
En enero, la Santa Sede hizo público el mensaje del Papa Francisco para esta jornada, en el que resalta que es el corazón el que nos mueve a una comunicación abierta y acogedora, donde el pontífice destaca como “uno de los ejemplos más luminosos” a San Francisco de Sales, doctor de la Iglesia. De él se podía decir que “las palabras dulces” multiplican los amigos y un lenguaje amable favorece las buenas relaciones.
Mientras que, en la provincia de Jujuy para esta jornada, ya se están haciendo llegar los mensajes en referencia a esta jornada, es así que el obispo Monseñor César Daniel Fernández y el Padre Germán Macagno a cargo de la Comisión de Medios de Comunicación, en reunión con los medios dieron detalles de esta jornada.
El Obispo jujeño comentó al respecto, “Se va a celebrar la Jornada Internacional de las Comunicaciones Sociales, como siempre coincide con el domingo de la celebración litúrgica de la Ascensión del Señor a los cielos y se ha instituido esta Jornada Mundial de las Comunicación Sociales, sabemos el rol importantísimo, casi vital que cumplen las la comunicaciones sociales en un mundo como el de hoy, donde todo están intercomunicado e interrelacionado, donde al momento, podemos estar atentos a cualquier novedad que suceda en cualquier parte del mundo y eso es una gran responsabilidad”.
Sobre la jornada dijo, “desde que se instituyó esta jornada después del Concilio Vaticano Segundo han tratado de dar siempre un mensaje como para ayudar a los comunicadores a descubrir su rol, su responsabilidad también, el aporte que deben hacer a la sociedad y al mundo a través de su noble tarea”.
En cuanto al lema de este año, comentó, “por lo menos a dónde está enfocado el mensaje del Papa, este año ha enfocado el tema de la comunicación desde el amor, desde esa empatía que debemos sentir también. Entonces muchas veces el experimentar con tantas situaciones difíciles que les toca cubrir, el ponernos en lugar del otro, ponernos antes que hablar y comunicar tratar, para que la comunicación se dé con la misma realidad, además en este mundo que vivimos o en este país, para que esa comunicación sea desde el corazón, no desde un dato frío y que realmente podamos ayudar al entendimiento y al diálogo entre los hombres”.
En referencia al rol de la comunicación dijo, “ha crecido el protagonismo de la comunicación a partir de lo que ocurrió con la pandemia en todo el mundo, ciertamente nos ha obligado a buscar nuevos modos también de comunicación y a utilizar todo lo posible para poder estar intercomunicados, pero hoy día es como el aire que respiramos. Lo que hace a la comunicación social en el entendimiento, en el diálogo entre los hombres y así tantas veces encontramos los mismos defectos que suceden en la comunicación humana, podemos hablar entre amigos o en una pareja, a los gritos o enojados. También a veces uno lee algún comentario o algo y enseguida nos peleamos, además por las redes o por los medios y eso realmente no ayuda, como tampoco no ayuda a ninguna situación parecida al entendimiento entre las personas, así que debemos apelar a este buen oficio que ustedes llevan adelante como comunicadores sociales para poner nuestro granito de arena en la construcción de una sociedad que dialogue más, que busque más el bien y la verdad para poder edificar un mundo mejor, a ustedes les toca estar justamente en el área de la comunicación.
Mientras tanto el padre Germán Macagno al referirse sobre esto mencionó, “estamos trabajando desde hace bastante tiempo con la Comisión de Medios de Comunicación y todos los años para esta fecha convocamos a todos ustedes, no solamente para entregarles el mensaje del Papa, sino también para acercarnos como hermanos y que compartimos la misma tarea que es la de comunicar. Nosotros lo hacemos en el ámbito de la Iglesia y también en el ámbito de los medios de comunicación globales para poder llevar el Evangelio a cada uno de los rincones”.
Agregando luego, “hoy también queremos aprovechar con monseñor para entregarles un documento desde el Episcopado Argentino, denominado Pautas para un Diálogo Constructivo, creo que es importante que los medios de comunicación también hagan conocer a toda la comunidad las pautas que la Iglesia propone para esta etapa tan importante de las elecciones que estamos viviendo a nivel país, hacer la interpretación del mensaje justamente donde el Papa dice que hay que hablar con el corazón y que el diálogo tiene que ser un diálogo que construya la paz porque hay un mundo tan dividido, tan lleno de violencia, donde todos los días nos enteramos de eso por los medios de comunicación”.
Destacando Macagno, “la violencia, la agresividad que hay también en las campañas de la política, yo creo que tenemos que comenzar a construir una sociedad más humana más fraterna, más en paz, ciertamente que hay diferencias como en toda sociedad humana, como en la familia que pueden haber diferencia entre el padre y los hijos, los nietos, pero tiene que haber una comunión de amor, la comunicación contribuye mucho a eso, a la comunión, por eso tenemos que ser muy responsables al comunicar para tratar de que haya paz y no exacerbar los enfrentamientos o el desencanto que hay a partir de la situación que se atraviesa. El desencanto no es de ahora, el desencanto viene de hace mucho tiempo. Yo creo que la dirigencia política tiene que leer muy bien estas pautas que propone la iglesia para comenzar a dialogar y construir una sociedad distinta, creo que los argentinos nos merecemos una sociedad más fraterna, más justa más, más vivible y no que los jóvenes digan mejor me voy. Ojalá que esto se cambie a mejor me quedo”.
Pautas básicas para la construcción de consensos
La Comisión Nacional de Justicia y Paz, recogiendo el pedido hecho por el Episcopado Argentino, quiere ofrecer a la dirigencia en general estos puntos básicos en torno a los cuales poder acordar coincidencias y construir consensos en bien de nuestra patria.
Teniendo a Dios como fuente de toda razón y justicia, en palabras de nuestra Constitución Nacional, proponemos las siguientes pautas básicas de coincidencia:
La Comisión Nacional de Justicia y Paz, recogiendo el pedido hecho por el Episcopado Argentino, quiere ofrecer a la dirigencia en general estos puntos básicos en torno a los cuales poder acordar coincidencias y construir consensos en bien de nuestra patria. Teniendo a Dios corno fuente de toda razón y justicia, en palabras de nuestra Constitución Nacional, proponemos las siguientes pautas básicas de coincidencia:
Mensaje del santo padre Francisco para la 57 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
Hablar con el corazón, «en la verdad y en el amor» (Ef 4,15)
Queridos hermanos y hermanas:
Después de haber reflexionado, en años anteriores, sobre los verbos “ir, ver” y “escuchar” como condiciones para una buena comunicación, en este Mensaje para la LVII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales quisiera centrarme en “hablar con el corazón”. Es el corazón el que nos ha movido a ir, ver y escuchar; y es el corazón el que nos mueve a una comunicación abierta y acogedora. Tras habernos ejercitado en la escucha —que requiere espera y paciencia, así como la renuncia a afirmar de modo prejuicioso nuestro punto de vista—, podemos entrar en la dinámica del diálogo y el intercambio, que es precisamente la de comunicar cordialmente. Una vez que hayamos escuchado al otro con corazón puro, lograremos hablar «en la verdad y en el amor» (cf. Ef 4,15). No debemos tener miedo a proclamar la verdad, aunque a veces sea incómoda, sino a hacerlo sin caridad, sin corazón. Porque «el programa del cristiano —como escribió Benedicto XVI— es un “corazón que ve”». Un corazón que, con su latido, revela la verdad de nuestro ser, y que por eso hay que escucharlo. Esto lleva a quien escucha a sintonizarse en la misma longitud de onda, hasta el punto de que se llega a sentir en el propio corazón el latido del otro. Entonces se hace posible el milagro del encuentro, que nos permite mirarnos los unos a los otros con compasión, acogiendo con respeto las fragilidades de cada uno, en lugar de juzgar de oídas y sembrar discordia y divisiones.
Jesús nos recuerda que cada árbol se reconoce por su fruto (cf. Lc 6,44), y advierte que «el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, de su mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca» (v. 45). Por eso, para poder comunicar «en la verdad y en el amor» es necesario purificar el corazón. Sólo escuchando y hablando con un corazón puro podemos ver más allá de las apariencias y superar los ruidos confusos que, también en el campo de la información, no nos ayudan a discernir en la complejidad del mundo en que vivimos. La llamada a hablar con el corazón interpela radicalmente nuestro tiempo, tan propenso a la indiferencia y a la indignación, a veces sobre la base de la desinformación, que falsifica e instrumentaliza la verdad.
Comunicar cordialmente
Comunicar cordialmente quiere decir que quien nos lee o nos escucha capta nuestra participación en las alegrías y los miedos, en las esperanzas y en los sufrimientos de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo. Quien habla así quiere bien al otro, porque se preocupa por él y custodia su libertad sin violarla. Podemos ver este estilo en el misterioso Peregrino que dialoga con los discípulos que van hacia Emaús después de la tragedia consumada en el Gólgota. Jesús resucitado les habla con el corazón, acompañando con respeto el camino de su dolor, proponiéndose y no imponiéndose, abriéndoles la mente con amor a la comprensión del sentido profundo de lo sucedido. De hecho, ellos pueden exclamar con alegría que el corazón les ardía en el pecho mientras Él conversaba con ellos a lo largo del camino y les explicaba las Escrituras (cf. Lc 24,32).
En un periodo histórico marcado por polarizaciones y contraposiciones —de las que, lamentablemente, la comunidad eclesial no es inmune—, el compromiso por una comunicación “con el corazón y con los brazos abiertos” no concierne exclusivamente a los profesionales de la información, sino que es responsabilidad de cada uno. Todos estamos llamados a buscar y a decir la verdad, y a hacerlo con caridad. A los cristianos, en especial, se nos exhorta continuamente a guardar la lengua del mal (cf. Sal 34,14), ya que, como enseña la Escritura, con la lengua podemos bendecir al Señor y maldecir a los hombres creados a semejanza de Dios (cf. St 3,9). De nuestra boca no deberían salir palabras malas, sino más bien palabras buenas «que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan» (Ef 4,29).
A veces, el hablar amablemente abre una brecha incluso en los corazones más endurecidos. Tenemos prueba de esto en la literatura. Pienso en aquella página memorable del capítulo XXI de Los novios, en el que Lucía habla con el corazón al Innominado hasta que éste, desarmado y atormentado por una benéfica crisis interior, cede a la fuerza gentil del amor. Lo experimentamos en la convivencia cívica, en la que la amabilidad no es solamente cuestión de buenas maneras, sino un verdadero antídoto contra la crueldad que, lamentablemente, puede envenenar los corazones e intoxicar las relaciones. La necesitamos en el ámbito de los medios para que la comunicación no fomente el rencor que exaspera, genera rabia y lleva al enfrentamiento, sino que ayude a las personas a reflexionar con calma, a descifrar, con espíritu crítico y siempre respetuoso, la realidad en la que viven.
La comunicación de corazón a corazón: “Basta amar bien para decir bien”
Uno de los ejemplos más luminosos y, aún hoy, fascinantes de “hablar con el corazón” está representado en san Francisco de Sales, doctor de la Iglesia, a quien he dedicado recientemente la Carta apostólica Totum amoris est, con motivo de los 400 años de su muerte. Junto a este importante aniversario, me gusta recordar, en esta circunstancia, otro que se celebra en este año 2023: el centenario de su proclamación como patrono de los periodistas católicos por parte de Pío XI con la Encíclica Rerum omnium perturbationem. Intelecto brillante, escritor fecundo, teólogo de gran profundidad, Francisco de Sales fue obispo de Ginebra al inicio del siglo XVII, en años difíciles, marcados por encendidas disputas con los calvinistas. Su actitud apacible, su humanidad, su disposición a dialogar pacientemente con todos, especialmente con quien lo contradecía, lo convirtieron en un testigo extraordinario del amor misericordioso de Dios. De él se podía decir que «las palabras dulces multiplican los amigos y un lenguaje amable favorece las buenas relaciones» ( Si 6,5). Por lo demás, una de sus afirmaciones más célebres, «el corazón habla al corazón», ha inspirado a generaciones de fieles, entre ellos san John Henry Newman, que la eligió como lema, Cor ad cor loquitur. «Basta amar bien para decir bien» era una de sus convicciones. Ello demuestra que para él la comunicación nunca debía reducirse a un artificio —a una estrategia de marketing, diríamos hoy—, sino que tenía que ser el reflejo del ánimo, la superficie visible de un núcleo de amor invisible a los ojos. Para san Francisco de Sales, es precisamente «en el corazón y por medio del corazón donde se realiza ese sutil e intenso proceso unitario en virtud del cual el hombre reconoce a Dios». “Amando bien”, san Francisco logró comunicarse con el sordomudo Martino, haciéndose su amigo; por eso es recordado como el protector de las personas con discapacidades comunicativas.
A partir de este “criterio del amor”, y a través de sus escritos y del testimonio de su vida, el santo obispo de Ginebra nos recuerda que “somos lo que comunicamos”. Una lección que va contracorriente hoy, en un tiempo en el que, como experimentamos sobre todo en las redes sociales, la comunicación frecuentemente se instrumentaliza, para que el mundo nos vea como querríamos ser y no como somos. San Francisco de Sales repartió numerosas copias de sus escritos en la comunidad ginebrina. Esta intuición “periodística” le valió una fama que superó rápidamente el perímetro de su diócesis y que perdura aún en nuestros días. Sus escritos, observó san Pablo VI, suscitan una lectura «sumamente agradable, instructiva, estimulante». Si vemos el panorama de la comunicación actual, ¿no son precisamente estas características las que debería tener un artículo, un reportaje, un servicio radiotelevisivo o un post en las redes sociales? Que los profesionales de la comunicación se sientan inspirados por este santo de la ternura, buscando y contando la verdad con valor y libertad, pero rechazando la tentación de usar expresiones llamativas y agresivas.
Hablar con el corazón en el proceso sinodal
Como he podido subrayar, «también en la Iglesia hay mucha necesidad de escuchar y de escucharnos. Es el don más precioso y generativo que podemos ofrecernos los unos a los otros». De una escucha sin prejuicios, atenta y disponible, nace un hablar conforme al estilo de Dios, que se nutre de cercanía, compasión y ternura. En la Iglesia necesitamos urgentemente una comunicación que encienda los corazones, que sea bálsamo sobre las heridas e ilumine el camino de los hermanos y de las hermanas. Sueño una comunicación eclesial que sepa dejarse guiar por el Espíritu Santo, amable y, al mismo tiempo, profética; que sepa encontrar nuevas formas y modalidades para el maravilloso anuncio que está llamada a dar en el tercer milenio. Una comunicación que ponga en el centro la relación con Dios y con el prójimo, especialmente con el más necesitado, y que sepa encender el fuego de la fe en vez de preservar las cenizas de una identidad autorreferencial. Una comunicación cuyas bases sean la humildad en el escuchar y la parresia en el hablar; que no separe nunca la verdad de la caridad.
Desarmar los ánimos promoviendo un lenguaje de paz
«Una lengua suave quiebra hasta un hueso», dice el libro de los Proverbios (25,15). Hablar con el corazón es hoy muy necesario para promover una cultura de paz allí donde hay guerra; para abrir senderos que permitan el diálogo y la reconciliación allí donde el odio y la enemistad causan estragos. En el dramático contexto del conflicto global que estamos viviendo, es urgente afirmar una comunicación no hostil. Es necesario vencer «la costumbre de desacreditar rápidamente al adversario aplicándole epítetos humillantes, en lugar de enfrentar un diálogo abierto y respetuoso». Necesitamos comunicadores dispuestos a dialogar, comprometidos a favorecer un desarme integral y que se esfuercen por desmantelar la psicosis bélica que se anida en nuestros corazones; como exhortaba proféticamente san Juan XXIII en la Encíclica Pacem in terris, la paz «verdadera […] puede apoyarse […] únicamente en la confianza recíproca» (n. 113). Una confianza que necesita comunicadores no ensimismados, sino audaces y creativos, dispuestos a arriesgarse para hallar un terreno común donde encontrarse. Como hace sesenta años, vivimos una hora oscura en la que la humanidad teme una escalada bélica que se ha de frenar cuanto antes, también a nivel comunicativo. Uno se queda horrorizado al escuchar con qué facilidad se pronuncian palabras que claman por la destrucción de pueblos y territorios. Palabras que, desgraciadamente, se convierten a menudo en acciones bélicas de cruel violencia. He aquí por qué se ha de rechazar toda retórica belicista, así como cualquier forma de propaganda que manipule la verdad, desfigurándola por razones ideológicas. Se debe promover, en cambio, en todos los niveles, una comunicación que ayude a crear las condiciones para resolver las controversias entre los pueblos.
En cuanto cristianos, sabemos que es precisamente la conversión del corazón la que decide el destino de la paz, ya que el virus de la guerra procede del interior del corazón humano. Del corazón brotan las palabras capaces de disipar las sombras de un mundo cerrado y dividido, para edificar una civilización mejor que la que hemos recibido. Es un esfuerzo que se nos pide a cada uno de nosotros, pero que apela especialmente al sentido de responsabilidad de los operadores de la comunicación, a fin de que desarrollen su profesión como una misión.
Que el Señor Jesús, Palabra pura que surge del corazón del Padre, nos ayude a hacer nuestra comunicación libre, limpia y cordial.
Que el Señor Jesús, Palabra que se hizo carne, nos ayude a escuchar el latido de los corazones, para redescubrirnos hermanos y hermanas, y desarmar la hostilidad que nos divide.
Que el Señor Jesús, Palabra de verdad y de amor, nos ayude a decir la verdad en la caridad, para sentirnos custodios los unos de los otros.
Roma, San Juan de Letrán, 24 de enero de 2023, memoria de san Francisco de Sales.
FRANCISCO
Ene 15, 2025 0
Además en la seccional San Pedro se llamaron a elecciones de delegados en el sector de la Salud y luego será en Educación. La Asociación Trabajadores del Estado (ATE) cumple 100 años este 15 de...Ene 17, 2025 0
En un importante paso hacia la modernización del sistema de salud en la provincia, el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Jujuy (Colfarjuy), Gustavo Martínez, acompañado por las auditoras...