17 / abril / 2025 Politica
En Jujuy, la política atraviesa una etapa de confusión calculada. No por falta de actores, sino por exceso de estrategias personales disfrazadas de militancia. Dirigentes que llegaron al poder bajo una bandera, hoy operan en silencio —o no tanto— para sostener proyectos completamente ajenos a sus orígenes políticos.
Tomemos algunos ejemplos. Dante Velázquez, actual intendente de La Quiaca, fue electo por el Partido Justicialista, pero mantiene una relación cada vez más funcional con el gobierno radical de Carlos Sadir. Algo similar ocurre en Yuto, donde el intendente Alfredo Abraham también parece haber cambiado de rumbo sin siquiera dar explicaciones. En otros municipios, como Fraile Pintado, el intendente Ruly Cardozo, de origen peronista, se muestra alineado al oficialismo provincial.
Este fenómeno no es nuevo, pero sí más visible. Y se agudiza con un Partido Justicialista intervenido, donde las decisiones se toman desde Buenos Aires pero se sufren en los barrios de Jujuy. La estructura partidaria se debilita no solo por las internas, sino porque muchos que se dicen justicialistas eligen el camino del oportunismo: cargos, convenios, silencio cómplice o, en algunos casos, una agresiva campaña de desgaste hacia sus propios compañeros.
Un caso paradigmático es el uso del canal más visto de Jujuy, cuya línea editorial es claramente perceptible: Se ataca con insistencia a intendentes que aún militan dentro del PJ, mientras se favorece la visibilidad de candidatos que operan por fuera del partido, o incluso de otras fuerzas. Ya ocurrió antes, como en Tilcara, donde el entonces intendente Ricardo Romero Pérez fue blanco de constantes notas críticas —con o sin razón— y, sin embargo, el pueblo tilcareño eligió por mayoría renovarle el mandato. Hechos como ese nos dejan una enseñanza: La democracia jujeña muestra signos de maduración, incluso frente a la presión mediática. En tiempos de redes sociales y sobreinformación, la gente decide con más autonomía de lo que algunos operadores suponen.
El oficialismo provincial, encabezado por Carlos Sadir, actual gobernador por el frente Jujuy Crece —heredero directo de Cambia Jujuy—, continúa ampliando su red de alianzas con figuras provenientes del mismo peronismo que dice enfrentar.
Leila Chaher, en tanto, mantiene el control formal del PJ provincial bajo la estructura de La Cámpora, operando con una lógica centralista donde las decisiones se bajan desde Buenos Aires, muchas veces sin lectura ni vínculo con la realidad territorial jujeña. Esta forma de conducción ha generado tensiones con intendentes, militantes y referentes que ven cómo se impone una agenda nacional sin espacio para la discusión interna.
Manuel Quintar, por su parte, también tuvo pasado peronista. Hoy representa a La Libertad Avanza en Jujuy, y ha logrado instalarse. Su ascenso es una señal clara del descontento y de la confusión que reina en el electorado: no son pocos los que, ante la falta de conducción clara en el justicialismo, buscan respuestas en opciones que hasta hace poco eran impensables.
Carolina Moisés, desde su espacio Somos Más, ha elegido el camino por fuera del PJ, utilizando su estructura mediática para fortalecer su propio armado, criticando a quienes aún militan dentro del partido, pero sin cuestionar al gobierno provincial. Su ruptura no ha sido solamente política, sino discursiva: mientras ataca a los propios, guarda silencio frente a quienes hoy gobiernan con políticas que afectan directamente a los sectores populares y acompaña, sin grandes objeciones, las leyes del oficialismo nacional.
En paralelo, proliferan los espacios alternativos: Carlos Haquim, con Primero Jujuy; Dingui Palmieri, con el Frente Amplio; y Hamud, con su Frente de Trabajadores Jujeños. Todos con historia dentro del peronismo, hoy buscan capitalizar el desorden reinante para posicionarse en un nuevo escenario.
Y no podemos dejar de mencionar a Alejandro Vilca, del Frente de Izquierda, quien sigue siendo una de las voces críticas más coherentes, aunque sus propuestas todavía no logran trascender los límites de su electorado tradicional, y a la larga, su manera de hacer política no contribuye en nada al crecimiento de la provincia.
Y hay algo que debe quedar claro: En base a los resultados de las próximas elecciones, cada uno de los actores políticos aquí mencionados deberá asumir la responsabilidad de lo que hizo, dijo o permitió. Ya no valen las excusas, ni los silencios. El voto popular será también un juicio político y moral.
La historia sabrá poner a cada cual en su lugar. Pero la ciudadanía también. Porque en Jujuy, el pueblo está más despierto de lo que algunos creen.
PEL
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